En el mercado ilegal pueden adquirirse gran cantidad de medicamentos falsificados (tanto de fármacos de marca como de genéricos) que suponen un grave riesgo para la salud ya que pueden contener preparaciones inactivas e ineficaces hasta sustancias tóxicas peligrosas. Este tipo de medicamentos se adquieren sin receta médica en lugares como kioscos, almacenes, ferias, mercados, autoservicios e Internet (sólo a través de la red se venden hasta un 50% de medicamentos adulterados).
Es por ello que las autoridades sanitarias de todo el mundo trabajan para desarrollar iniciativas para combatir este fraude. En España, es la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) la que se encarga de desarrollar estos planes que pondrán en marcha todos los profesionales del sector: desde los trabajadores farmacéuticos de los almacenes de grandes industrias hasta los transportistas y, por supuesto, los propietarios de oficinas de farmacia.
Los distribuidores farmacéuticos serán los primeros en comprobar todos los medicamentos que lleguen al almacén antes de enviarlos a la oficina de farmacia. Aun así, el farmacéutico licenciado y sus auxiliares también habrán de revisarlos nuevamente antes de su dispensación al consumidor, a quien también se recomienda echar un vistazo.
Lo primero: fijarse en el packaging
Para detectar si se trata de un medicamento fraudulento, los profesionales han de fijarse en el packaging del medicamento, esto es: el envase, estuche, etiquetas y, sobre todo y más importante, en los prospectos. Echando un vistazo a ello se podrá determinar la autenticación de los fármacos a primera vista.
De este modo, se han de verificar las siguientes características: el sello de seguridad ha de estar intacto, es decir, que la caja ni los envoltorios no pueden estar rotos ni abollados (en tal caso, es signo de que pueden haber sido manipulados); el nombre del producto debe ser claro y no tener borrones; el logo debe ser nítido y claro; la fecha de vencimiento, el registro sanitario y el número de lote deben ser visibles y no tener borrones ni tampoco ha de presentar inscripciones como “muestra médica” o “prohibida su venta”.
Métodos antifalsificación no visibles
Pero también existen falsificaciones mucho más complejas y sofisticadas que no se reconocen con tanta facilidad. Para detectarlos se utilizan métodos antifalsificación no visibles, como la información encriptada y las tramas ocultas, además de:
1. Tintas reactivas: son tintas de seguridad que reaccionan químicamente al entrar en contacto con ciertas sustancias. Esta reacción evidencia que, efectivamente, hay un fallo en la autenticidad de los fármacos.
2. Tintas invisibles: forman parte del marcaje del producto y se mantienen ocultas a ojos del consumidor.
3. Microimpresión: se trata de la impresión de pequeños caracteres o cifras en un tamaño apenas visible. En caso de haber sido falsificados, los caracteres no serán los mismos o incluso habrá una ausencia de ellos.
Medidas antifalsificación visibles
Entre las medidas visibles, además de fijarnos en el packaging y en los prospectos, también encontramos las siguientes:
1. Tintas termocrómicas: se trata de un tipo de tinta que cambia de color con un cambio de temperatura.
2. Hologramas: imágenes tridimensionales que se forman mediante un haz de luz y la luz que refleja un objeto (en este caso el fármaco).
3. Serialización: es la asignación de un número de serie único a los datos de producción del medicamento. Si ha sido adulterado, este número no será el mismo.
Los más falsificados
Entre los medicamentos más falsificados se encuentran los antiinflamatorios, antibióticos y nutracéuticos, además de psicofármacos y otros para enfermedades como la diabetes, el Sida y hasta para el cáncer. Pero los que sin duda son los líderes indiscutibles ya que, además también son los más vendidos, son los fármacos para tratar la disfunción eréctil (por cada original se vende uno falso) y los comprimidos adelgazantes.