Hay creencias populares que asocian la inteligencia a más preocupaciones (y por tanto mayor estrés). Sin embargo, si una persona posee una inteligencia mayor (tanto emocional como intelectual), es capaz de pensar y racionalizar con una mayor lógica para evitar situaciones que pongan en peligro su vida (o su salud) y también para impedir que las preocupaciones y el estrés hagan mella en su psique consiguiendo así, una mayor calidad de vida.
Sobre la inteligencia hay una pregunta que ha rondado por la cabeza de muchos investigadores científicos durante años (quizá décadas): ¿es cierto que ser inteligente alarga la vida? Un reciente estudio publicado en “The BMJ” (revista médica publicada semanalmente en Gran Bretaña) señaló que un mayor cociente intelectual en la infancia se asocia con un menor riesgo de causas de muerte. De este modo, una mayor inteligencia revela también un estilo de vida que ayudaría a proteger nuestra salud y, por tanto, a prolongar nuestra vida.
El estudio se realizó durante más de seis décadas
La investigación se llevó a cabo en la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), donde un equipo de científicos se propuso examinar la asociación existente entre las puntuaciones de las pruebas de inteligencia que realizaron a la temprana edad de 11 años a más de 65.000 personas nacidas en Escocia en 1936 y los datos de las causas de sus muertes hasta diciembre de 2015 (fecha en que los supervivientes tendrían 79 años).
Tras tener en cuenta factores como la edad, el sexo y la situación socioeconómica, el estudio fue claro, determinando que las personas con una inteligencia superior en la infancia tienen un menor riesgo de muerte hasta los 79 años. Así, dicha inteligencia es la que conforma el estilo de vida de cada una de estas personas, librando a las más inteligentes de ciertos hábitos nocivos, como el tabaquismo, con los que se desarrollan enfermedades potencialmente mortales.
Más inteligencia, menos enfermedades mortales
Las puntuaciones más bajas en el test de inteligencia se asociaron a enfermedades del corazón, respiratorias, demencia, accidentes cerebrovasculares y cánceres asociados al tabaco. En las pruebas las puntuaciones más altas indicaron un 28% menos de riesgo de muerte por enfermedades respiratorias, un 25% menos por enfermedad coronaria y un 24% menos por accidente cerebrovascular. La investigación también arrojó una ausencia de la asociación entre una mayor inteligencia durante la infancia y la muerte por cánceres sin relación con el tabaquismo.
La amplia muestra de población y el seguimiento realizado durante más de 60 años fueron fundamentales para poder realizar este estudio, al que fueron ajustando los sesgos y variables de la muestra, para tener en cuenta la situación socioeconómica de cada uno de los participantes, además de su estilo de vida (centrado especialmente en el tabaquismo).