La mayoría de la población puede ingerir los fármacos que le recete su médico con normalidad y sin riesgos de sufrir ninguna reacción alérgica. A pesar de que no es frecuente tener reacciones alérgicas a medicamentos, también se puede dar el caso. Es lo que se conoce como una reacción adversa a medicamentos y pueden clasificarse en dos tipos: tipo A o predecibles o tipo B (impredecibles).

Las más frecuentes suelen ser las del primer tipo, las predecibles, que suelen aparecer entre el 70 y el 80 por cien de los casos. Se producen por la acción del medicamento, bien por una sobredosificación o toxicidad del mismo, efectos colaterales, efectos secundarios o interacciones con otros fármacos. Basta con reducir la dosis para acabar con la reacción y no existe riesgo si la persona vuelve a tomar el medicamento nuevamente. Un ejemplo sería el ácido acetilsalicílico, que provoca problemas de estómago.

En cuanto a las reacciones tipo B, las impredecibles, se trata de manifestaciones poco frecuentes no relacionadas con el efecto farmacológico del medicamento, como una intolerancia o reacciones pseudoalérgicas (aquellas que simulan una reacción alérgica, pero en las que no hay una base inmunológica demostrable). Cuando se produce una reacción (del tipo que sea) las reacciones se estructuran en dos tipos.

 

Reacciones inmediatas

Son las que aparecen al ingerir el medicamento. Los síntomas aparecen cuando ha transcurrido media o una hora tras la toma de la primera o segunda dosis. Estas reacciones suelen ser cutáneas (como una urticaria) y pueden venir acompañadas también de angioedema (hinchazón de labios y ojos). En casos más graves también puede darse una reacción más grave como la anafilaxis.

 

Reacciones tardías

Las reacciones tardías tienen más diversidad de manifestaciones clínicas. La más frecuente es el exantema (la persona adquiere, en cualquier parte del cuerpo, un color rojizo y con picor que se extiende) que puede aparecer hasta dos semanas después de ingerir el fármaco. Menos frecuentes (pero más graves) son los síndromes de hipersensibilidad (en los que pueden aparecer quemaduras y ampollas que obligan a la hospitalización del paciente ante el riesgo de mortalidad).

 

¿Qué hacer ante alguna de ellas?

En cualquier caso, se ha de suspender inmediatamente la toma del fármaco que haya causado la reacción adversa, además de instaurar las medidas de rescate. En las reacciones de tipo inmediato, estas medidas incluyen corticoides, adrenalina y antihistamínicos además de un tratamiento farmacológico para tratar los órganos más afectados: broncodilatadores, cardiotónicos… 

Para tratar las reacciones no inmediatas, el tratamiento consistirá en la administración de corticoides por vía general (o por vía tópica, en caso de dermatitis de contacto). En las reacciones con quemaduras y ampollas, hay que aplicar cuidados similares a los de las grandes quemaduras. 

Para evitar las reacciones adversas a los medicamentos, los profesionales sanitarios recuerdan que hay que usar los fármacos de forma correcta, es decir, con prescripción médica y sólo cuando sean necesarios. 

 

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