A veces es muy difícil lograr controlar nuestra mente, dejarla en blanco y que nuestros pensamientos no nublen nuestra cabeza ni nos invadan en cientos de noches en vela. Silenciar dichos pensamientos no es imposible, sólo tienes que lograr sintonizar tu mente.
¿En qué consiste la sintonización de la mente?
La sintonización de la mente es un estado de calma mental, que se logra cuando la actividad de la mente pensante y la de la mente que experimenta se hallan en equilibrio. ¿Cuál es cuál? La mente pensante se encarga de juzgar, analizar, comparar, planificar… y esto, llevado a un extremo puede ser bastante dañino para uno mismo. En cambio, la mente que experimenta se centra en el presente, en lo que uno vive para sentir y disfrutar cada momento.
En caso de darse un exceso de pensamientos (también denominado cavilación de pensamientos), dejamos de razonar con claridad, llegando a perder, incluso, nuestra capacidad de concentración y memoria, además de generarnos un estrés innecesario que, de perdurar en el tiempo, puede dar lugar a problemas psicológicos como la ansiedad y la depresión.
¿Cómo puedo identificar cuándo estoy usando en exceso la mente pensante?
Todo el mundo se preocupa o rememora cosas de su pasado. Muchos otros (no todos) también juzgan. Aunque estas formas de actividad mental no son insanas sí pueden serlo cuando lo haces de manera constante, cuando los pensamientos se disparan de forma automática (en lugar de darse sólo en casos aislados y puntuales) e impidiendo que una persona viva en el presente. Si haces alguna de estas cinco cosas constantemente, sabrás que estás usando excesivamente la mente pensante.
- Juzgar: es la más común en todo el mundo. Se trata de clasificar y sacar conclusiones subjetivas (del tipo: esto es bueno o malo) de todo aquello que nos rodea, especialmente de personas o hasta de nosotros mismos. Estas ideas preconcebidas y prejuicios nos impiden vivir experiencias nuevas y relacionarnos con personas nuevas, al prejuzgarlas. Este acto se puede identificar con frases como: “esa persona no me cae bien”, “esto no me gusta”, “no me interesa”, “no lo estoy haciendo bien”, “no valgo para esto”, “ya sé lo que va a pasar” y muchas más similares.
- Recordar: rememorar frecuentemente vivencias pasadas que suelen asociarse a sentimientos de tristeza, miedo, culpa, rabia…
- Planificar: las personas más exigentes necesitan tener todo previsto y controlado. Es por ello que planifican las cosas con antelación, es decir, anticipan hechos y situaciones con el fin de obtener unos resultados, dificultando el hecho de vivir en el presente. Se suele distinguir con palabras como “tengo que”, “hay que”…
- Preocuparse: anticipación de hechos futuros o próximos pero con una sensación negativa y pesimista, intuyendo que nos va a pasar algo malo.
- Racionalizar: evaluar constantemente la realidad que nos rodea de manera lógica y analítica, sin sentir nada emocionalmente. Es bastante propio en personas con alexitimia.
¿Qué hago para dominar la mente pensante?
Ejercita y usa más la mente que experimenta, así lograrás un equilibrio entre ambas para no conseguir que los pensamientos negativos te arruinen la vida. Pero, ¿cómo consigo usar más la mente que experimenta? Para ello, se trata de aprender a pensar cuando uno realmente quiere (y no cuando quiere nuestra mente), para así lograr frenar esta batería de pensamientos negativos.
El Mindfulness suele ser una buena opción para entrenar la mente y lograr su equilibrio. Aunque cualquier práctica de Mindfulness redirige la atención para conectarnos con el presente, una de las más recomendadas como base para equilibrar la balanza de nuestros pensamientos es entrenar y focalizar la atención, es decir, saber dirigir, mantener e intensificar la atención de nuestra mente. Asimismo, hay otras prácticas van asociadas a los sentidos o a sensaciones corporales.
¿Cómo sé que lo estoy haciendo bien?
Lo notarás en la manera de experimentar con la realidad, ya que podrás conectarte con lo que te rodea con serenidad, sin que te invadan pensamientos negativos, lo que indica que eres capaz de sostener la atención, dejándote llevar y sintiendo y conectando con todo lo que te rodea.
Además, al trabajar la atención podrás observar la actividad de tu mente y desarrollar otra capacidad: la conciencia. Con ella, una persona puede observar lo que hace su mente, un estado que únicamente se da en el presente. De este modo, la conciencia (junto con la atención) es otra manera de activar la mente que experimenta.