Ahora en verano es muy habitual ver desafortunadas noticias en la televisión o en periódicos de ahogamientos en playas o piscinas. En las primeras suelen ser personas adultas y mayores, ancianos en su mayoría, los que fallecen debido a las corrientes marinas o a cualquier achaque de salud. En piscinas o balsas, en cambio, los más vulnerables son los más pequeños: bebés y niños de hasta 5 o 6 años de edad.
En este caso es bastante fácil que los niños se ahoguen. Si no hay un adulto vigilando y supervisando que todo esté bajo control, puede producirse el fatal accidente. Muchas veces confiamos demasiado en los hinchables (flotadores, manguitos…) creyendo que sólo con eso bastará.
Grave error. Pueden convertirse en un peligro para ellos, pues a veces basta un simple balanceo del flotador para que el niño acabe dando la vuelta en el agua y le cueste salir por más que patalee. Cabe recordar que los niños y bebés se ahogan antes que un adulto ya que sus pulmones son mucho más pequeños.
Los profesionales lo tienen claro: para evitar estas situaciones un adulto no debe quitarles el ojo de encima además de que convendría meterse al agua con los más pequeños (bebés) y siempre con elementos hinchables. No vale eso de que alguno de sus hermanos diga que vigila a los pequeños, pues sabemos que al estar jugando pueden despistarse en cualquier momento.
En este artículo repasamos técnicas de primeros auxilios de aplicación por los socorristas por si tienes algún susto en la piscina con los peques de la casa, aunque esperamos que eso no ocurra y paséis unas tranquilas y felices vacaciones.
Mantener la calma y llamar al 112
En caso de ocurrir, lo primero es mantener la calma. Sabemos que es muy difícil, pero es fundamental para poder pensar con claridad. Tanto si está consciente y podemos auxiliarlo nosotros mismos, se debe llamar a Emergencias (112) para que los enfermeros terminen de aplicar las técnicas adecuadas y trasladen al niño o niña a un hospital o centro de salud para que un equipo médico haga una evaluación más completa.
Evaluar su estado físico
Una vez que lo hayamos sacado de la piscina, hay que evaluar su estado físico. Es muy importante no tocarlo si se ha fracturado el cuello o se ha dado algún golpe, ya que podríamos causarle alguna lesión más grave.
Comprobar que no pierde sangre
Puede ser que haya sufrido alguna pequeña herida en el momento del ahogamiento o sangre por la nariz o los oídos si sufre una dolencia craneal. En ese caso, se deben inmovilizar las cervicales (con un collarín o una estructura rígida similar), además de no limpiar ni taponar las heridas: es mejor dejárselo a los profesionales sanitarios.
Comprobar si está consciente
Si está consciente, hay que colocar el cuerpo en la Posición Lateral de Seguridad (PLS), para evitar que se trague la lengua y se ahogue. En cambio, si está inconsciente, primero conviene buscar y presionar ligeramente algún punto del cuerpo donde el umbral del dolor sea alto: el trapecio (los músculos de la nuca y alrededores), por ejemplo, puede servir.
Si no responde a este estímulo, entonces habrá que comprobar el pulso y realizar la RCP (Reanimación Cardiopulmonar), más conocida como “boca a boca”.
Realizar la Reanimación Cardiopulmonar (RCP)
Mientras llega la ambulancia, realiza por ti mismo la RCP. Coloca una mano en la frente y la otra en el mentón, inclinada hacia atrás para evitar que se trague la lengua y que ésta no corte el paso del aire a los pulmones. Si no respira o lo hace con dificultad, insufla dos veces aire en su boca en esta misma posición con su nariz tapada. Seguidamente haz treinta compresiones torácicas en su pecho colocando dos dedos en el esternón (justo bajo los pezones), con rapidez y sin pausa. Después, vuelve a insuflar aire y repite la operación hasta que llegue la ambulancia o veas que vuelve a respirar por sí mismo.
