Los avances en la evaluación médica siguen sin conseguir la clave para sobreponerse a factores puramente humanos como la vergüenza al describir los síntomas o la negativa a reconocerlos en ellos mismos. En los trastornos sexuales esta variable personal marca tanto su diagnóstico como su tratamiento, encontrando en la disfunción eréctil una tasa de evaluación muy inferior a la patología real.
Son conocidos sus síntomas y su comorbilidad con otros trastornos, pero continúa siendo clave la dependencia de la sinceridad y la sensación de control por parte del paciente. Se estima que solo el 23,4 % es diagnosticada en atención primaria, una cifra que no se justifica por la falta de recursos evaluativos o de experiencia por parte del facultado.
Síntomas de la disfunción eréctil
El síntoma más evidente es la dificultad para conseguir una erección, tanto inicialmente como de forma prolongada. Es importante comprender que una erección aislada no hace que pueda descartarse el trastorno, sobre todo cuando existen complicaciones en ambientes claramente sexuales. Al mismo tiempo, pueden darse erecciones en dichas situaciones pero no conseguirse una erección eficaz para mantener una relación íntima.
Con los síntomas psicológicos se llega a la mayoría de problemas asociados, destacando la ansiedad y pérdida de autoestima. Al ser un trastorno que tiende a mantenerse oculto tiende a consolidarse con el tiempo, afectando a la relación de pareja al no compartir lo que ocurre. Cambios de humor, comportamientos extravagantes y la evitación de mantener relaciones son los más habituales, alimentándose entre ellos al no acudir a un profesional ni hablar abiertamente de lo que está pasando.
Tratamientos en pareja
Ante todo se debe crear un clima de confianza donde la comunicación y el apoyo personal sea constante. Normalizar la situación aludiendo a las estadísticas no conseguirá mejorar el problema, pudiendo incluso hacer peligrar la propia relación al percibirse la falta de confianza.
Por otra parte, debe recordarse la comorbilidad con trastornos psicológicos, siendo importante centrarse en el estado de ánimo actual y en la mejora de la motivación con técnicas de afrontamiento que doten de herramientas al paciente.
Es muy recomendable estudiar la ingesta de medicamentos y sustancias como el alcohol, ya que afectan a la capacidad eréctil. Aunque existen productos estimulantes de la libido masculina es mejor acudir a un profesional antes de empezar a probar soluciones sin un control real. Al mismo tiempo, la búsqueda de un fármaco que solucione el problema directamente no aportará mejoría para los síntomas psicológicos, siendo conveniente recurrir a ellos de forma complementaria antes que seguir un tratamiento único.
Por último, aspectos como una dieta equilibrada, hacer deporte o mantener una vida social sana ayudan a la mejoría de la disfunción eréctil. Mantener una vida saludable aporta energía y motivación personal, fundamentales para lograr mantener la confianza personal y servir de medidas preventivas para futuros casos similares.